Parte I
Ayer miré al cielo y me
acordé de vos. Por un instante había
olvidado lo que eras. Fue entonces que
decidí, casi sin pesarlo, ponerte en una cajita hermosa donde dice "recuerdos
lindos."
Después de eso te
acomodé en la estantería de mi mente donde tengo tantas otras cajitas llenas de
recuerdos.Me encargué de que quedes
bien acomodado, que no estés cerca del borde (así no corres riesgo de caerte,
abrirte y terminar siendo parte del olvido). No quiero olvidarme,
solamente tenerte en el estante de recuerdos lindos.
Una vez acomodado, me
quedé mirando el estante… con tu cajita y tu etiqueta, y sin querer me di
cuenta que estaba sonriendo. Sin querer, por
primera vez te miré con otros ojos, y sentí otra cosa. No dejó de correrme por
el cuerpo un dejo de escalofrío, de nostalgia, pero finalmente comprendí, que
guardarte era lo que te merecías, guardarte en un lugar seguro y lindo para
siempre tenerte a mano cuando quiera sonreír.
Después bajé la mirada,
miré el horizonte y volví a la realidad, al presente, a mi estante lleno de
cajitas de cosas de las cuales tengo que ocuparme. Las reacomodé de
manera tal que, el espacio vacío que había quedado por llevar la tuya al de los
recuerdos, ya no se viera más.
Ahora esta todo
ordenadito.
Las cajitas están en
su lugar, cada una con su contenido correspondiente. Desprovistas de
tierra, desprovistas de mugre. Todas esperando ser
abiertas pronto, o todas esperando ser selladas, para nunca más abrirse otra
vez.
Ayer miré al cielo y
me acordé de vos.
Y sonreí.
Suspiré.
Y supe que ya todo
estaba bien.
Parte II
Esto de ordenar y
guardar siempre funciona cuando exhalo, y finalmente me doy cuenta “de
sensación” (a diferencia de “de palabra”) que “archivé”. Es algo raro,
generalmente, es la parte más triste porque sanamente sé y compruebo (cuando
llego a este estadio) que pronto no quedarán dudas del guardado.
Ahora bien, el problema es cuando lo que metí en esa caja no quiere quedarse adentro.
Soy partidaria y creo en
la frase en que la gente huele las cosas. Muy pocos pueden lidiar con ser ubicados
en el estante de los recuerdos por más lindos que sean. Eso que metí en la
caja, con tanta paz, amor, y tranquilidad vuelve, y vuelve solo para querer
abrirse y quizás hasta transformarse en un recuerdo feo. Aquí es cuando siento
dos opciones:
-
O abro la
cajita que con tanta luz guardé, y reviso un poco, ignorando esa señal de
haberlo guardado con la claridad de que iba en el estante de “recuerdos lindos”
y no de "cosas que ocuparse."
-
O sigo
sonriendo, levanto la cabeza bien alto, y agarro la cajita. Sin abrirla la
sello con poxi pol, poxi ran, parsec, goma eva, goma espuma, cinta AISLADORA,
cinta de papel y demás, para que no se vuelva abrir.
Esta última requiere de una fuerza muy grande, de una actitud firme. Porque
sé que si hago esto, la única manera de recuperar lo que hay adentro es
rompiéndola. (Igual, nada hay que quiera recuperar, sólo recordar).
Una vez sellada, si la cajita se sigue moviendo y molestando y se termina
quedando cerca del borde y se cae para perderse en el cajón del olvido, ya
entonces no será mi culpa, no será mi intención, será que no supiste ganarte el
lugar hermoso que te había destinado de “recuerdo lindo.”
Hoy miré al cielo, y
me acordé de vos.
Agarré la cajita, y
elegí la segunda opción, con la misma paz que elegí ponerte en ella.
Y sonreí mientras se
me caían algunas lágrimas.
Suspiré.
Y supe que todo seguía
bien.
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