sábado, 1 de marzo de 2014

Cajitas de recuerdos

Parte I

Ayer miré al cielo y me acordé de vos. Por un instante había olvidado lo que eras. Fue entonces que decidí, casi sin pesarlo, ponerte en una cajita hermosa donde dice "recuerdos lindos." 

Después de eso te acomodé en la estantería de mi mente donde tengo tantas otras cajitas llenas de recuerdos.Me encargué de que quedes bien acomodado, que no estés cerca del borde (así no corres riesgo de caerte, abrirte y terminar siendo parte del olvido). No quiero olvidarme, solamente tenerte en el estante de recuerdos lindos. 

Recordar es lindo.

Una vez acomodado, me quedé mirando el estante… con tu cajita y tu etiqueta, y sin querer me di cuenta que estaba sonriendo. Sin querer, por primera vez te miré con otros ojos, y sentí otra cosa. No dejó de correrme por el cuerpo un dejo de escalofrío, de nostalgia, pero finalmente comprendí, que guardarte era lo que te merecías, guardarte en un lugar seguro y lindo para siempre tenerte a mano cuando quiera sonreír.

Después bajé la mirada, miré el horizonte y volví a la realidad, al presente, a mi estante lleno de cajitas de cosas de las cuales tengo que ocuparme. Las reacomodé de manera tal que, el espacio vacío que había quedado por llevar la tuya al de los recuerdos, ya no se viera más.

Ahora esta todo ordenadito.

Las cajitas están en su lugar, cada una con su contenido correspondiente. Desprovistas de tierra, desprovistas de mugre. Todas esperando ser abiertas pronto, o todas esperando ser selladas, para nunca más abrirse otra vez.

Ayer miré al cielo y me acordé de vos.
Y sonreí.
Suspiré.
Y supe que ya todo estaba bien.


Parte II

Esto de ordenar y guardar siempre funciona cuando exhalo, y finalmente me doy cuenta “de sensación” (a diferencia de “de palabra”) que “archivé”. Es algo raro, generalmente, es la parte más triste porque sanamente sé y compruebo (cuando llego a este estadio) que pronto no quedarán dudas del guardado.

Ahora bien, el problema es cuando lo que metí en esa caja no quiere quedarse adentro.
Soy partidaria y creo en la frase en que la gente huele las cosas. Muy pocos pueden lidiar con ser ubicados en el estante de los recuerdos por más lindos que sean. Eso que metí en la caja, con tanta paz, amor, y tranquilidad vuelve, y vuelve solo para querer abrirse y quizás hasta transformarse en un recuerdo feo. Aquí es cuando siento dos opciones:

-          O abro la cajita que con tanta luz guardé, y reviso un poco, ignorando esa señal de haberlo guardado con la claridad de que iba en el estante de “recuerdos lindos” y no de "cosas que ocuparse."

-          O sigo sonriendo, levanto la cabeza bien alto, y agarro la cajita. Sin abrirla la sello con poxi pol, poxi ran, parsec, goma eva, goma espuma, cinta AISLADORA, cinta de papel y demás, para que no se vuelva abrir.

Esta última requiere de una fuerza muy grande, de una actitud firme. Porque sé que si hago esto, la única manera de recuperar lo que hay adentro es rompiéndola. (Igual, nada hay que quiera recuperar, sólo recordar).

Una vez sellada, si la cajita se sigue moviendo y molestando y se termina quedando cerca del borde y se cae para perderse en el cajón del olvido, ya entonces no será mi culpa, no será mi intención, será que no supiste ganarte el lugar hermoso que te había destinado de “recuerdo lindo.”

Hoy miré al cielo, y me acordé de vos.

Agarré la cajita, y elegí la segunda opción, con la misma paz que elegí ponerte en ella.

Y sonreí mientras se me caían algunas lágrimas.

Suspiré.


Y supe que todo seguía bien. 

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