domingo, 9 de marzo de 2014

Llorar (con sonrisa)

Lloro porque puedo, porque mi cuerpo y alma se expresan a través del llanto. Llamemos llanto a una expresión del ser y no a la tristeza palpable que muchos poetas crean como medio por el cual el dolor se hace tangible.

Las lágrimas que nacen en nuestros ojos y nublan las más lindas visiones no siempre vienen a resultar de una catástrofe, de una mala noticia, de un fracaso o un pequeño desamor. Las lágrimas pueden nacer en nuestros ojos y morir en la sonrisa que esbozan nuestros labios. Las lágrimas salen para contarnos que la felicidad nos colma, o que el dolor nos inunda. Pero algo que sí es cierto es que -además de toda explicación científica de la creación de las lágrimas, de toda su derivación hormonal y demás- por momentos las lágrimas y el llanto parecieran ser el reflejo más fiel del estado del alma.

Lloro porque miro hacia atrás y veo que todo esta cambiando, que no quedé estancada en las voces del ayer.

Lloro porque me hacés llorar, de lindo, digo.

Lloro porque estoy "letting go" (dejando ir) pero del "bottom of my heart" (desde lo profundo del corazón), desde la ficha que cae sola, que por ser falsa entra en la máquina expendedora y sigue de largo, ni siquiera es registrada.

Lloro porque a veces duele mucho, lloro porque me enojo con el mundo, pero más lloro cuando el enojo es conmigo. Lloro un montón. Lloro cuando me enojo con el resto por estar en desacuerdo conmigo misma.

Lloro, siempre lloré. Hoy lloré, hoy lloré porque sentí que en ese llanto se iban tantas cosas, pero tantas; y lloré porque ese llanto le daba la bienvenida a tantas otras.

Lloro porque soy como mi "Yo" viéndome a mí misma orgullosa de poder haber aprendido algo -por más chiquito que sea- en este enorme camino.

Me gusta llorar, cuando es con sonrisa. Me gusta saber que mi alma quiere hablarme y contarme que esta bien. Entonces sí, lloro...


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