" Heaviness may endure for a night, but joy cometh in the morning"
Psalm 30,v 5
¿Y cuándo es difícil? ¿Qué hacemos? Cuando pasan los días y
los laburos no aparecen, la gente comienza la rutina y los viejitos van
desapareciendo de la vista. Cuando la gente que antes pasaba con la tira de la
malla triangulito asomando por sus cuellos y los hombres andaban con gorrito de
piluso no están más. Cuando ya las mujeres pasan con tacos y un poco más
arregladas y los hombres tienen pantalones largos, camisas y el pelo peinado y
a veces hasta engominado. Y vos… vos seguís sin horarios, con la agenda 2013
vacía…
Es un trabajo difícil y de hormiga el de no desesperar, el
de tener paciencia. Pero a veces puede ser un arma de doble filo. En él
mientras tanto mirás los mails cada 20 minutos para ver si apareció algo.
Chequeás las redes que buscan trabajo para ver si apareció algo nuevo que te
puede interesar. Tejés, porque aunque no te haga sentir del todo bien, vos sabés
que es un trabajo, pero es un trabajo que no sabés cuándo te va a dar dinero y,
en estos momentos, lo que menos necesitas es sumar incertidumbres.
Y acá es cuando uno se pone a pensar en qué hace el que
busca trabajo, o cómo se busca trabajo. Nunca antes me había tocado buscar
trabajo, el primero que tuve cayó a mi vida de pura casualidad y fue el que
sostuvo mi economía. Ahora es diferente.
En la era de la virtualidad te sentís un poco anticuado tirando currículums
personalmente, pero lo haces de vez en cuando. Pero también sabes que en lo que
tardas en ir de un lugar al otro, ya mandaste mail a 100 colegios. Buscás otras
áreas que no te interesan tanto, pero que bueno, cuando hay hambre… y
descubrís, mientras tanto, la hipocresía del “título habilitante”.
Me postulé a en varias empresas de traducción, me llaman de
una. Me piden un software que no sé cómo usar. Hice un curso introductorio hace
mil años pero no me acuerdo nada. Busco, bajo programas, pregunto a esas genias
amigas que siempre están para ayudarme y me re ayudan. Y salgo adelante, mando
la prueba hecha, feliz de que aprendí algo nuevo (porque eso tienen estas
experiencias difíciles y duras, que se aprende bocha; mucho, muchísimo) Pero a
veces tanto como se aprende, se sufre. Y hay que esperar… a ver si es un sí o
un no…y volvemos a lo anterior, ¿y mientras tanto?
Mientras tanto el mundo sigue girando y no estás sola. Estas
con otra persona que emprendió este mismo camino con vos pero que agarra atajos
diferentes. Es como el sitio de internet ruta 40, no sé si lo usaron alguna
vez. Es un sitio de internet donde vos ponés el lugar de origen y el destino y
el sitio te ofrece llegar a ese destino por el camino más rápido pero con
calles de tierra, en mal estado o ripio. Después está la opción del el camino
óptimo: por ese por ahí tardas un poco más e incluso gastas más, pero no hay
mucho obstáculo. Y el problema más grande es cuando te querés hacer un flor de
viajecito pero tenés GNC. Entonces no tenés mucha chance… querés gastar poco,
pero las opciones son limitadas. Esto es un poco así, cada uno elige caminos
diferentes y para ponerse de acuerdo en cuál tomar juntos, podemos estar unos
cuantos días.
Y haces las cuentas, y te olvidás de las libertades que
querés tener. Y por momentos preferís el “austerismo” a depender. Y por otros
pensás en que no tendrías que haberte venido así, pero por suerte al instante
siguiente sabés que si no te venías así no te venías. Es como un salto, o la
montaña rusa: cuando estás ahí pensás: “¿!Quién me manda a mí a subirme acá y
estar cagada hasta las patas en este momento!? ¡¿Por qué no me lo habré
ahorrado?!” Pero también sabés que si lo pensabas un poco más, no te subías más;
quizá nunca más. Y cuando te querés dar cuenta estás dando vuelta por el aire,
y la adrenalina te recorre todo el cuerpo, agradeces al universo haber tenido
el coraje.
Y claro que siempre está la pregunta “¿Y si no sale nada?”…
pero elegís que la vibra de esa negatividad, que ese golpe de realidad tan duro
que puede llegar a venir te agarre desprevenido, como la ola cuando viene de
atrás y no la viste; o como cuando estas confiado en que te fue bien en un
final, súper seguro y ves el dos que confirma que tu percepción de la realidad
estaba errada. Pero eso llega solo. No vale la pena masticarlo de antemano.
A las posibilidades negativas hay que saber darles su curso.
Sacarlas del mapa así no se nos hacen parte de la rutina. Siempre va a estar
todo bien, total cuando no lo esté, no lo va a estar. Claro que a veces no es
tan fácil, claro que no. Claro que son horas de discusión, son llantos que no
tienen mucha raíz (o en realidad tienen de sobra), son respiraciones y
reafirmaciones de lo que uno quiere y lo que uno cree que puede, es en
definitiva el motor de todas tus acciones: tus objetivos en la vida.
Porque un poco cuando se pone difícil creo que la clave está
en volver a eso ¿no? El otro el día el negro me mostró un video de un
entrenador que daba una charla y el tipo decía que estar dispuesto a hacer
sacrificios por lo que uno quiere, por su sueño, es estar dispuesto a todo y a
costa de todo. Y sí gente, tiene mucha razón. Si vos querés que tu vida sea de
una manera y no estás dispuesto a sacrificar ciertas otras para llegar a ese
sueño, nada será posible porque entonces es que no lo deseas tanto. Ojalá el
loto me lo gane, ojalá. Pero mientras tanto descifro cuál es el sacrificio que
tengo que hacer y dicho sea de paso, algunos ya los estoy haciendo.
Nada de esto impide, por suerte, seguir disfrutando de las
pequeñas cosas que te dan felicidad. Esto te ayuda a ver y saber que esto es un
sistema que nos lleva a sentirnos así. Que una vez que uno pueda sobrepasar los
estadíos más duros de este mundito que nos elige el camino (por ejemplo tener
una casa propia) podrá por fin disfrutar de la agenda vacía y saber que puede
elegir el camino que más le guste porque tiene todas las herramientas para
hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario