Cada año que empieza uno puede imaginar cómo va a ser su
vida en dos, tres meses. Más o menos cómo se van a suceder sus días, cómo serán
sus hábitos y costumbres. Se pueden esperar ciertas sorpresas, imprevistos,
percances pero aún así uno se maneja dentro de un terreno de posibilidades muy
claro y concreto. El ser humano tiene esa costumbre de comprar la agenda 2013 y
llenarla con sus horarios, se compran almanaques que contienen el año entero y
hay que diseñar actividades, proyectos, ingresos e inversiones. Pero, ¿si esto
no sucede?
Cuando uno decide hacer un cambio de vida a comienzos del
“año” todo es diferente y la agenda se encuentra bastante vacía. Uno empieza
una nueva vida en una ciudad diferente donde no tiene trabajo, no tiene nada
seguro más que un mar de posibilidades que significan que puede pasar cualquier
cosa. Eso es esto no saber. No poder imaginar cómo va a ser tu rutina este año.
Es hacer cuentas y proyecciones sobre las miles de posibilidades que se te
pueden presentar. De repente uno recuerda que puede trabajar de cosas que ya
había creído no iba a trabajar más o de cosas nuevas que desconoce y sobre las
cuales tiene que aprender.
¿Por qué será que la seguridad rige tanto nuestra
cotidianeidad? Y ¿con qué tiene que ver esa cotidianeidad? ¿Y esa seguridad?
Seguramente todos pensaremos lo mismo… y sin querer estamos en lo mismo.
Préstamos, deudas, obligaciones. Estudio, trabajo, saldar cuentas. Incluso los
más descontracturados tienen un plan.
Yo hoy no tengo plan, es decir…tengo, pero no tengo nada tan
claro y explícito para anotar en la agenda. Por ese motivo no puedo dibujar mis
días futuros en mi cabeza, porque nada es tan seguro como que mañana no sabré
muy bien cómo será mi día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario