Dar clases particulares de inglés tiene varias
irregularidades:
Cobro
Nadie sabe bien a ciencia cierta cuánto hay que cobrar. Al
ser siempre en negro –porque la clase particular “en blanco”* no existe, pero,
claro, como vos sos tu propio jefe no es explotación- no hay un colegio,
estado, nada que rija la tarifa, siempre es un misterio. A la vez hay como un “no
sé qué “que nadie se dice realmente lo que cobra. Le preguntás a una colega y
siempre te dice “depende” antes del precio final. Entonces uno va por el camino
de la vida, decidiendo cuánto se autopaga
de antigüedad, cuánto de horas extras, cuánto te cobro por vacaciones, el bondi
si es que voy para algún lado y demás. Hay como una especie de denominador
común pero si querés cobrás lo que se te da la gana, asumiendo las
consecuencias, cLaramente. En esto se parece muchísimo al trabajo del artesano:
si quiero vendo el chaleco a el doble y, quizás tarde mucho más en venderlo,
peeero, cuando lo venda…
The students
Por otro lado, lo irregular de esta modalidad de trabajo es
el tipo de relación que uno crea con el alumno y qué se entiende como tal. En
la vida del profesor particular (y sobre todo los que empezamos de bien
jovencitos) te puede aparecer un alumno que te dobla en edad o podría ser tu padre,
niños, adolescentes, pre-adolescentes y demás. El “público” por decirlo de
alguna manera es súper amplio y junto con ello la relación que se crea entre el
alumno y el profesor. Claramente esto va a depender del profesor también, ¿no?
Aunque creo que si decidiste a ser profesora de inglés y te vas a dedicar a dar
clases particulares sabés que te tiene que gustar ponerle onda a todo, aceptar
maneras diferentes de pensar, aceptar gustos distintos a los tuyos y ganas o no
ganas de hablar de ciertas cosas. Porque en la clase de inglés siempre uno
habla mucho de uno. Porque el idioma es una excusa en realidad. Es decir, para
poder aprender el idioma hay que usarlo y para usarlo, siempre aparecemos
nosotros “What’s your name?” “How old are you” “What is your favourite color?” “Have you got any pets?” A las preguntas con “what” si vos le agregás un “why” se te va media clase, y si tenés
un alumno de un nivel pre- no más, se te va casi la clase entera. Siempre y
cuando el student sea willing to speak, ¿no? Sino tenés que
tener más o menos 120 preguntas!
En fin, por suerte en mi carrera de “profe particular” he tenido más de los alumnos charlatanes y copados que de los que no largan prenda. Y con los que no largan prenda es fácil la relación que se establece, no hace ruidos, va más por el cauce de lo normal. “Hola, como va, how was de weekend?” y ¡ya! Pero con los otros es raro, porque terminás hablando de todo, de la vida, de lo que pensás, de por qué sí, por qué no. Y… “How was the weekend?” y entonces tu alumna de tu misma edad de traducción que viene dos horas a la semana en las cuales te tomas seguro cuatro termos de mate, la dejás fumar porque querés que ellá esté cómoda y aparte porque la clase de traducción es casi como estudiar: leés, corregís, desplegás papeles, diccionarios, chequeás y si vos fueras ella te encantaría tener una teacher que te permita estar así de relajada. Entonces te pasas la mitad de la clase charlando de la vida…y te preguntás ¿qué onda? En realidad laburé la mitad, ¿no?
O también pasa que te la pasas hablando de la vida y en
inglés, eso es más satisfactorio porque no “diste clase” (deberíamos preguntarnos
qué es dar clases hoy por hoy, ¿no? Pero llevaría muchísimo más) pero durante
dos horas o una tu alumno/a te escucho en inglés, su cerebro tuvo que procesar
toooda la info que le tiraste en otro idioma y se ve forzado a contarte cosas
(porque recordemos que es de los copados que te sigue con las anécdotas y temas:
“If you were a famous person, who would
you be? WHY? (nuestra amiga ¡why!) Y ahí tenés para
entretenerte. Sino “If tomorrow the world
ended, what would you do?” Qué genial, y ni te diste cuenta y… see you
tomorrow!
El caso de estos últimos son los que más me hacen pensar y replantearme esto de ser “profesora particular.” Calculo que tiene que ver mucho con lo que yo mamé de clases particulares. Mis clases particulares de inglés siempre fueron una fiesta, tengo los recuerdos más divertidos y copados. Fui muchos años, como 6, no más, 8… En fin, son 6 u 8 o quizá más años viendo a una persona durante todo el año dos veces por semana y que los temas de conversación siempre requieran que uno exprese una opinión personal. Tuve varios compañeros, entre ellos mis dos hermanos (por separado) y, en cada ocasión, la pasé genial. También la pasé genial cuando fui sola con una compañera, era hermoso: charla de tres mujeres. Y también la pasé súper cuando fui sola. Pero después de eso mi relación con mi profe de inglés ya no era eso, ya era, no sé qué título se le pone, pero viene de alguna rama de la amistad, seguro. Hoy mi profesora de inglés es una persona que es parte de mi vida, de mi entorno, de mi gente querida. Y fue mi profesora de inglés. ¿Pasará con las “profesoras” de todo? Y me pregunto ¿qué tiene de diferente esta relación con la relación de un compañero de laburo? Que de tantos años de trabajar juntos se hacen amigos. Pero quizá sea la estructura que tenemos naturalizada por “profesor-alumno” que nos hacer creer que un profesor y un alumno no tienen “ese” tipo de relación o de intimidad. Tenemos en el disco rígido metida la relación profesor alumno asimétrica, esa que durante tanto años existió y con la que nosotros fuimos educados. Y que de hecho con los alumnos del colegio es más fácil porque esta la institución de por medio. Qué loco, ¿no?
A mí el año que pasó, sabiendo que me iba, me costó horrores sostener esa relación ficticia de aprendizaje o de no hablar o obrar de ciertas maneras porque somos “teacher-student”.
Tuve la suerte de cruzarme con una profesora que no la creyera la relación así, que me hiciera dar cuenta que se podía laburar y aprender y que aprender no era sólo que te expliquen gramática. Había clases que me iba sin haber hecho nada, había clases que mis alumnos se iban sin hacer nada. Pero creo que todos aprendimos mucho.
Hoy estoy en la vereda de enfrente. Hoy pensando en esto
entiendo por qué mi alumna de hace dos años está triste porque me vine a vivir
a mar del plata. Si mi profesora de
inglés me hubiese dicho que no me podía dar más clases, y yo hubiese tenido que
cambiar, ¡quién te dice dónde estaría hoy! Yo también voy a extrañar mucho esa
parte de mi vida. Porque aunque sea trabajo, era una de los momentos de mi
trabajo que más me gustaba. Sabía que siempre, los martes de 14 a 16 tenía
clases con ella y ya había una rutina, un idioma, un lenguaje que se hablaba,
una relación “teacher-student” que ya estaba consolidada. Pero por otro lado,
hoy pensando en todo esto me di cuenta que el bright side of things here, es que gané una persona en ese terreno
de la familia de los amigos. Me di cuenta que es alguien que ya difícilmente
salga de mi círculo de gente que anda siempre conmigo a donde yo vaya.
Dar clases particulares de inglés puede ser, en su peor versión, una de las cosas más aburridas que te pueden pasar, un momento para mirar el reloj y sentir que los minutos no corren. Pero en su versión más colorida y divertida, dar clases de inglés puede ser, lejos, uno de los mejores trabajos que uno puede conseguir.
*Cabe aclarar que no existe “en blanco” como profesión, como estar regulada y demás, pero hay mucha gente que la hace en blanco: es monotributista or whatever y factura por ello.

qué lindo todo lo que escribís, Sil.Y cuánto me alegra que tengas esos recuerdos que comparto plenamente y me hacen feliz.Te quiero!Tu ex teacher particular.
ResponderEliminarComentario,recién comencé a sospechar que lo habías escrito vos cunado mencionaste a tus hermanos.JAjaja. Hasta ese momento, pensaba que lo habías compartido de otra persona.
ResponderEliminar*cuando
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