jueves, 25 de abril de 2013

Lastimadura *


Me lastimé hace años. Se me hizo una lastimadura grande, una de las más grandes que tuve en todo mi cuerpo. Cerró. Tardó mucho en cerrar, tardó miles de lágrimas, otro millón de suspiros. Tardó un montón de llamados desesperados; tardó encuentros consuelo; tardó lo que se tarda en curar… tardó lo que se tarda en aceptar que nuestro primer amor acaba de pasar a otra etapa de la vida.

Me lastimé hace un poco menos de años, de vuelta, en el mismo lugar. Ya a esta altura la herida anterior estaba cerrada, pero la marca no había desaparecido. Ahí estaba yo, lastimada nuevamente, derramando sangre en un lugar donde ya lo había hecho. La piel estaba cada vez más sensible, pero yo, yo me iba acostumbrando cada vez más al dolor. Ahora el dolor ya no era tan agudo, aunque la herida fuera igual de profunda… la anestesia iba creciendo; la analogía y paralelismo de la vida. Aparecieron otras heridas, de otras veces que me lastimaba pero no con lo mismo. Heridas más pequeñas, de esas que dejan las amistades que también pertenecen a esa época del primer amor.

Me lastime hace un año. Ya no sé qué herida había cerrado y cual no. Ya no sabía cuál de todas era la que se borraba con esta última. Ya no sabía de cuál herida me salía sangre, si de la primera -la más grande y profunda-, si de la segunda (no tan grande pero igual de profunda); o si de la tercera (mucho más pequeña pero otra vez, de una profundidad dura). Una profundidad que se alcanza sólo cuando se esta dispuesto a dar un empujón enorme. Una profundidad que toca tejidos delicados, que hay que cuidar que no se infecte, y que hay que curar con suma dedicación y cuidado para que “no queden marcas”
Si las heridas de amor fueran como las quemaduras de agua hirviendo sería todo tanto más fácil. Se pone todo rojo, duele, arde, quema…luego se cae la piel, de madura, de que ya no pertenece, ya no sirve más… y ahí, en el fondo, debajo de toda esa piel inútil esta ella… la que va a venir a quedarse para siempre.

Tengo una marca enorme, una cicatriz que parece cerró. Ahora sucede que ya casi no siento nada, o que de tanto miedo que tengo a que me lastimen el mismo lugar, no dejo que ni siquiera me roce con nada esa parte del cuerpo. A veces siento que me tira la herida… o en determinados días me late, o molesta. A veces, sólo a veces… extraño lo que es sentir el miedo de que se me vuelva a abrir. 

* 2008

1 comentario:

  1. Qué bello!Qué sentido! Qué doloroso! Ahora, no creo mucho el final...

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