El miedo.
Ese que te recorre todo el cuerpo cuando tu
consciencia se fue a confiar.
Esa sensación extraña que por momentos sentís
que es “el sensor,” eso que vino desde esta 3D a recordarnos que el universo es
todo: esto y aquello. No solo aquello y no solo esto.
El miedo es necesario, sino no estaría acá. En
esta dimensión, en esta realidad, en este hoy.
Por algo mis manos, mi cerebro, todo mi ser
necesita hablar de él, el miedo. Ese que nadie quiere nombrar cuando el
universo complota todo a tu favor. Cuando las luces de los siete charcras
explotan en todo tu ser, en toda tu meditación, cuando vibran con cada
aprendizaje, con cada ajuste de las balanzas.
Por ahí el miedo es tan parte del aprendizaje
como la alegría. Sin uno no existiría el otro.
Sin vos, no soy yo. Sin mi, no soy todo esto
que soy… y así construimos, vivimos y sentimos.
Hola miedo. Te voy a abrazar, voy a tratar de
entenderte de amarte como amo a todo esto nuevo que por no darte bola viví. O
miento. Todo el tiempo estuviste conmigo, ahí, prendido, para recordarme algo,
para no hacerme olvidar, para hacerme ver que siempre estabas ahí, no como “miedo”
literalmente, sino como una hermosa oportunidad de aceptar que quizás esto no
era así. Era como antes y por eso me daba miedo.
Entonces cuando te entiendo así, te acepto y
te hago parte, es que te abrazo y no dejo que me nubles las luces de mi
alineación. Te uso para hacerlas mucho más brillantes porque te veo y sigo.
Porque te veo y elijo.
Elegir. Entre tener y no tener miedo.
Una elección de vida casi.
Yo elijo que el miedo siempre esté conmigo, me
regale siempre la posibilidad de la duda, del debate interno, de la
autosuperación.
Hola miedo.
Hola miedo de hoy.
¿En qué vamos a terminar vos y yo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario