Creímos que todo era igual.
Que la línea directa era nuestro primer canal.
Que el mundo iba derecho,
Firme y hacia un solo lugar.
Que cada pedacito de nuestra vida
Tenía un solo final.
Soñé el sueño de todos,
me costó descubrir el mío.
Inmersa en un ritmo determinado
Empapada de un futuro tranquilo.
Las placas tectónicas de la psique están
pidiendo a gritos que reconozcamos su llamado. Que nos hagamos cargo de su
movimiento y del nuevo relieve que nace.
A gritos pelados porque ya no entienden cómo
no sentimos semejante movimiento.
En lo profundo, en el alma, algo se está
intentando comunicar. Algo mucho más profundo que un lenguaje de palabras.
Alguno mucho más lejano que un simple “ganas de” o “me gustaría”.
Pulsan fuerzas desconocidas, al menos para nuestro
ego tan ocupado, suenan placeres que parecen de otros mundos y colores que
creemos que de tan geniales solo pueden haber sido inventados.
La verdad. El amor. Cuánto hablamos de eso
hoy. De nuestros más hondos pesares y nuestros más hermosos sentires.
Internalizar, elaborar, trabajar, saberse
confundido entregado a la “des.confusión”.
Entregarse. Entrega y confianza.
Líneas, líneas rectas una y otra vez.
Faltan espirales, faltan ciclos naturales,
faltan trabajos emocionales.
Emoción/sentimiento, dolor/sufrimiento. Uno
de mis primeros aprendizajes, sino el más claro y profundo. Palabras que para
mí iban y venían, así como así.
Responsabilidad. Compromiso. Libertad.
Animarse a reescribir definiciones. Animarse a
desafiar tantas convenciones. Animarse a sentirse re.evolucionario, que el
compromiso sea tal que lo hago aunque nadie me este mirando.
Responsabilidad de mostrar verdad. Verdad me
lleva a integridad, integridad a coherencia en la verdad. No necesitas mostrar
la perfección del resultado del proceso, necesitas mostrar el reconocimiento de
la profundidad.
Después todos vamos, caminando hacia allá.
Allá ese lugar donde las cosas empiezan a cambiar. Donde el lenguaje ya no es
ese de antes, donde muchas cosas comenzaron a pasar. Donde la espera no se
trata de pasividad, conde la paciencia comienza a hacer una manera de accionar.
La paz mental, un ego maduro, un animarse
fuerte a concebir otro futuro.
Me encanta el adjetivo fuerte, es una
palabra con peso y me encanta usarla “te amo fuerte”
Tenemos que perderle miedo a la intensidad
positiva. A la adrenalina sana, al amor infinito. Tenemos que perderle el miedo
a lo maravilloso, tenemos que perderle el miedo a ese injusto sello que nos han
dejado tan bien grabado: “siempre hay algo por lo que penar, nunca todo esta
bien” Y volvemos, porque nunca creamos nuestra propia vara de medida, la que
nos activa todos los chakras y nos los deja en un hermoso arco iris de equilibrio.
Sanar. Re.conectar. Tejer es re.conectar.
Y podría seguir, una y mil veces, uniendo los
puntos de la universalidad.
Mi ascendente, mi sol, mi luna, todo plasmado
en la realidad una sincronía perfecta con la Eternidad.
