jueves, 13 de mayo de 2021

Yo sentía su amor, ¿entendés?

 Yo sentía su amor, ¿entendés? No hablábamos, jamás hablábamos. Ya sé, no me vas a entender, pero es que cuando estábamos en esos momentos de intimidad, ese momento de cruzar miradas y de perder por un rato la racionalidad, perder el registro de qué “hay” que decir o no. En ese momento donde el alma se te ve aunque no quieras, donde por más mínimo o duradero que sea el instante, sos amor. Esos momentos duraban minutos, muchos. Y yo sentía su amor, ¿entendés?

Nada era como yo estaba acostumbrada, nada. Pero él siempre estaba. No hablaba como yo esperaba, no me escribía cuando yo quería. No me decía las cosas que yo quería escuchar, no me daba  la razón en el timing perfecto, pero él, él siempre estaba.

Me abrazaba como si me rogara que siempre lo entienda y que nunca lo deje. Que le perdone no poder decir todo lo que yo quería escuchar, pero que no lo deje. Que sienta en ese abrazo todo lo que quería pero no podía, pero que quería, te abrazo fuerte porque no quiero que te vayas.

Y cuando eso pasaba yo sentía que todo había valido la pena. Cuando esos ojos me buscaban desesperadamente para encontrarme y sentirme ahí, y yo sentirlos así, sentía que sí, que estaba todo bien, que eso era el amor, y yo por primera vez lo estaba conociendo.

También me acariciaba y me observaba. Yo sentía que él me hablaba con su ser, que me hablaba otra cosa que nada tenía que ver con palabras, porque las palabras no importaban, habían dejado de existir, existíamos él, yo y toda nuestra universalidad junta.

Eso fue lo que me hizo seguir y seguir y seguir. Siempre sentir que su amor era tan pero tan sincero. Saber que estaba con una persona que no me iba a poder mentir, porque mentir se miente con el discurso, pero el cuerpo rara vez puede mentir. Las señales, las vibraciones, los estados, la salud, todo eso también habla y no miente. Y yo sentía su amor, ¿entendés?

Y a pesar de seguir esperando lo que siempre había estado esperando, no me daba por vencida, había algo, definitivamente había algo, que me hacía seguir y seguir.

Un año pasó hasta que él pudo ponerlo en palabras. Fue un año hasta que él pudo decir lo mismo que sentía y nunca lo hizo tan bien como cuando no lo decía. Pero al decirlo algo se transformó en el sentir.

Él siempre me preguntaba si yo iba a seguir con él aunque estuviera loco. Y para mí era como cuando él antes me miraba y me pedía perdón por todo lo que no le salía decirme pero que me quería decir. Él me estaba rogando que no lo abandone en su locura, que él sabía que no era fácil, que estaba chiflado, pero que amaría transitar esa locura conmigo. Yo sentía su amor, ¿entendés?

El  problema fue cuando le empezamos a poner cabeza al asunto y dejamos de sentir. El problema fue cuando la necesidad de seguridades se confundió con el amor y entonces sentir pasó a ser negociar. El problema fue cuando creímos que amor y pareja eran “esto, esto y esto” entonces el amor verdadero quedó chico en un conjunto tan cerrado de reglas que encima calificaban cuán supuestamente profundo era el amor.

Yo Siento su amor, ¿entendés? 

Siento su amor cuando sin querer me reprocha que le haya jurado que nunca, a pesar de su locura, lo iba a abandonar.

Él sabe, sabe muy bien, que si pudiera me miraría a los ojos y me pediría que lo perdone, que él no quiso. Todo lo que quiso fue lo mismo de siempre, que no lo deje, que no lo abandone aunque se le ocurra la idea más disparatada, como por ejemplo, querer cambiar el mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario