Sentirse raro por sentirse feliz. Nos enseñaron que en estos
momentos debíamos sufrir, entristecer y llorar por todo lo que falló en la
empresa de la pareja. Nos contaron cómo, a lo largo de la vida el éxito iba de
la mano de conseguir, entre otras cosas, ser exitosos en el amor. Se olvidaron
de contarnos que el amor no se rinde en ninguna universidad, que a amarse y a
amar no nos lo enseñan ni formal ni informalmente. Que ni Ausubel, ni Vigotsky,
ni Piaget, ni ninguno de ellos iba a decir cómo teníamos que ser exitosos en el
amor. Lo único que supimos durante mucho tiempo es que casarse y tener hijos
era tan importante como recibirse y ser profesional.
A algunos nos tocó derribar mandatos con más fuerza que a
otros. Otros elegimos cuestionar todos y cada uno de ellos y aquí estamos, aún decidiendo
de qué lado queremos vivir, cómo y con qué principios y filosofías.
Por eso encontrarse disfrutando de la soledad nos parece
raro, incluso extraño, porque siempre creímos que “esto” en “este momento de la
vida” ( y dejo de lado la edad porque sino empiezo otro apartado) iba a traer “estas”
consecuencias. Pero hoy me encuentro, me sorprendo a mi misma con sensaciones
encontradas. Todas ellas de calma, mucha calma. Quizás el por qué de esa
calma sea que siempre quise entender y, después de tantos años de buscar
respuestas, finalmente las voy encontrando. También puede ser que no hay con
qué darle a la experiencia. En realidad, no es que “puede ser”, ES. Vivir te
hace sabio, pero no todos eligen vivir de la misma manera. El que elige vivir
con los ojos bien abiertos y la escucha entrenada no puede hacer caso omiso de
ciertas cosas. No podemos omitir que somos íntegros porque la integridad parte
del ser unificado. No estoy en paz porque me pienso en paz, lo estoy porque lo
practico, lo ejerzo, lo predico y lo armonizo.
Desde cómo me alimento, cómo trabajo, cómo sueño, cómo me
desenvuelvo y cómo enfrento empiezo a ser yo, la misma en todos esos lugares. ¿Fui
siempre ese YO? No, definitivamente no. También sé que, probablemente, mañana
este yo mute a otro diferente, más elevado y más evolucionado pero siempre para
mejor, siempre sumando y aprendiendo.
Me “auto-sorprendo” en medio de la cocina, de las cosas
sanas y naturales que como, el ciclo más perfecto: me dan mucha “sanidad”
mental pensando en cuánto de aceptar hay en este aprendizaje. Cuánto hace falta entender que hay cosas que son. No es que no vayan a cambiar, sino es que
siempre fueron de esa manera. Sí, todos queremos ir a antes de que el sistema
nos corrompiera, la cultura nos educara y el hombre nos trastornara. Pero eso
sería ir a antes de que tengamos conciencia… y eso, no creo que sea posible.
Desde que el mundo es mundo somos diferentes, desde que el mundo es mundo el
hombre tuvo conductas alimenticias que no eran las mejores para él. Desde que
el mundo es mundo existió la corrupción, la traición, los pobres y la
injusticia…desde que el mundo es mundo el matrimonio era todo menos eso que
tenía que ver con el amor.
Amor.
Y pensar que muchas veces nos burlamos de esa palabra. La
menospreciamos y la tratamos de cursi, ideal o fantástica. Así como dejamos de
creer en Dios, dejamos de creer en el amor. Dejamos de creer en nuestra
capacidad como seres individuales de satisfacer todas nuestras necesidades por
nosotros mismos, sin tener que exigirle al otro que cumpla nuestros más
preciados anhelos y, lo que es aún peor, culpamos a cualquier otro porque
debido a que no actúan como ”se supone que deberían” nosotroas somos infelices.
Qué increíble y qué sencillo a la vez.
Ser uno. Ser. No pedir y entender. Aceptar que nosotros
somos los absolutos dueños de cada una de nuestras decisiones, momentos y
consecuencias.
El día que podamos aceptar ese pequeñísimo detalle y dejemos
de depositar en un “otro” todo lo que acontece, ese día podremos lograr que el
sol brille siempre para nosotroas.
*Me gusto el "nosotroas" para expresar a ambos géneros.