viernes, 17 de mayo de 2013

Minitas


“ Pero… es que me dan escalofríos las vidas de aquellas mujeres sin cuento propio, las que aceptaron que el amor fuese la única referencia". … 
(Nosotras que nos queremos tanto, Marcela Serrano)

Hay muchos que dicen que las minitas son todas mentirosas. Que no pueden sostener una amistad verdadera con otra mina porque no pueden estar sin sacarse el cuero o criticarse en cuanto una no está. Hay otros que dicen que las minitas son tremendas, que nunca se ponen de acuerdo, que siempre tienen un “pero” un “por qué”. Siempre que hablamos de minitas.

Yo conozco unas minas con las cuales creé un vínculo especial y particular que pareciera no encajar con ninguna de esas definiciones de minita (y eso que las condiciones estaban dadas a la perfección para que eso sucediera).

Desde la honestidad bruta nos conocimos, por el odio de colegas laborales pasamos (que nunca fue tal, real; era el odio típico de alguien que no quiere ni ver a la persona que le dice lo que tiene que hacer). Estas minas deben haber hablado de mí a mis espaldas un montón de veces, pero nunca tuvieron problema en hacérmelo saber, sentir y decírmelo en la cara. Y eso estuvo heavy. Pero siempre preferimos eso, nos salió natural, no nos propusimos ser honestas o no gastar energía en simular una simpatía de compromiso. No teníamos compromiso. Éramos sólo eso, compañeras de trabajo, no nos importaba caernos bien.

No puedo dejar de destacar que trabajábamos en un colegio. Lugar donde la minita puede llegar a ser el rol mejor jugado de las mujeres. Donde la minita es a full cizañera, mete púa. Ahí adentro, en un colegio, los oídos te zumban casi todo el tiempo y es difícil esquivar las ondas del chusmerío. Pero por suerte tuvimos todas una cintura muy particular para atravesar esa especie de nube que te chupa y te lleva al chisme.

Estas minas me conocen hace unos cinco años y sin querer nos fuimos viendo cada vez más. Cuando la cosa se empezaba a poner buena, yo las “coordiné”. Me tocó ocupar ese lugar, fue esa vez donde la honestidad más grande salió a la luz. Roces inevitables, caras irremontables. Pero por más que quisiéramos evitarlo, cada vez que nos juntábamos para la charla nocturna, nos saltaba la naturalidad con la que siempre nos habíamos manejado. Nos olvidábamos que yo coordinaba. La diferencia estaba en el día a día laboral, en la charla cotidiana, en la mirada cómplice de todos los días. Y eso se extraña. Se sabe que se puede ser parte, pero no del todo, no estás en ese lugar, estás en otro. Y se nota.

Fue ahí que me di cuenta que tenía que volver y, por suerte, mientras estaba en otro lado fui tan honesta y sincera que pude volver. Y ellas, con todo el amor del mundo, me recibieron back sin ninguna diferencia. Estas minas que, en el caso de haber seguido el manual de la minita, deberían haberme dado la espalda, o quizás haber perdido el deseo de hacerme parte eligieron que eso no sucediera. De hecho, fue como si nada hubiera pasado. O sí, había pasado y, por suerte, podemos hablar de eso con una naturalidad tranquilizante.

Y hoy nos encontramos en una foto, frente al mar. Un sábado de mates en un viaje express de minas con ese sabor a elección y particularidad que tienen las relaciones especiales que uno mantiene con cada grupo de gente que lo rodea y elige para “estar”. Y de repente y sin querer ya ni siquiera trabajamos juntas, y es como si sí. Por suerte la honestidad salió de la atmósfera del trabajo y nos regalo una amistad cálida y relajada, de charla larga y tendida de mujeres tratando de entender la vida y vivir en paz.

Me enorgullece haber mantenido esta relación, porque hay que anteponerse a lo que dice la gente y hay que valerse por la confianza en lo que dice el otro. Hay que mirarse a la cara después de sincerarse y cantarse unas cuarentas medio difíciles. Hay que tener una capacidad de ver más allá, de interpretar a la persona en su totalidad y saber entenderse. Nosotras logramos eso, y nos salió genial. Este grupo de mujeres me ha hecho muy feliz, porque de ellas y gracias a ellas aprendí muchísimas cosas a nivel profesional y a nivel personal. Son más grandes algunas, o con otras experiencias, y no hay nada que disfrute y me guste más que escuchar cómo es a veces la vida desde otro lugar pero con estos mismos valores. 

Estas minitas, de minita no tienen nada.


2 comentarios:

  1. El universo ha conspirado para acercarnos y elgirnos a transitar momentos inolvidables juntas, de tanto aprendizaje espiritual. Gracias por estar. Te quiero muchísimo

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