Años, pero años eh. Esperando este momento. Años que se me hicieron
vida. La espera que se transformó en presente. La espera que se tradujo en transitarla como forma de vida. La espera que parecía que iba a ser sólo un
proceso, una transición, un ratito. La espera se transformó en la razón y la
causa y la alegría de que así haya sido.
¿Hubiera sido la misma mi vida? ¿Mis elecciones? ¿Mis
caminos? Qué pregunta boluda, ¿no? Pero uno no puede dejar de pensarlo. Estoy
convencida de que mi vida hubiera sido muy diferente y que no en vano suceden
las cosas. Esa espera me hizo mirar para otros lados mientras esperaba. ¿O mirar
hacia otros lados hizo que se alargue la espera? Nunca lo sabremos.
Años que salieron de un remo increíble, de una fuerza enorme
para no abandonar. Una necesidad de abandono que casi te hace convencer de que
sos diferente; te hace querer justificar tu presente con una realidad que no
elegiste. Qué tema, ¿no? Asumir que a veces modificamos la realidad para que se
ajuste a nuestros problemas y entonces estos “desaparezcan”. Porque claro,
nunca desaparecen. Hay temas en la vida que nunca desaparecen.
¿Podría haber vivido de verdad con nunca haberla aprobado
egresando de la Universidad de Mar del Plata? ¿Hubiese soportado más años
estudiando y trabajando? ¿Hubiese podido disfrutar del resto de las cosas?
Porque la realidad era que no disfrutaba nada. Es decir, uno disfruta, pero
eso está con vos siempre. En todos lados. Mirás a la gente en el asado de tu
novio y sabés que nadie al día siguiente tiene que estudiar. Todos hacen planes, van de paseo, visitan gente,
viajan y vos estudias. Y estudias, y tengo que estudiar. Debería estar
estudiando ¡Uy, no estudié! Por Dior, por favor, no quiero estudiar más.
Claramente esos años fueron una tortura en algún punto, un
karma. Nunca mejor expresado, delineado y ejemplificado. Un karma profundo, un
karma que me hizo cambiar la cabeza. Porque sí señores, eso logro resignificar
HOY. Graduada. Para una persona como yo,
que analiza cada instancia de esta vida, esto tenía que vivirlo en carne
propia. Este iba a ser mi primer sacrificio; esto iba a ser el aprendizaje y la
maduración. Una carrera que elegí a los 18 y que seguramente a esa misma edad
volvería a elegir pero hoy no. Pero lo loco de todo esto es que hoy no podría
volver a elegirla justamente porque la elegí a los 18, sino no lo sabría.
Años que tuvieron mucha vida, y esto estaba debajo. Lengua IV
atravesó toda mi vida, estuvo conmigo desde que empecé a ser consciente, desde que
empecé a elegir un poco mi camino. Durante la espera estudié la materia 5
veces. Estudiar esta materia significa replantearte el mundo entero -si sabés
aprovecharla claro- y si la estudias cinco veces ni te explico. Es cuestionar
cada palabra que se lee en los diarios, que se usa en la vida misma; cada
vocablo que elegimos al hablar, aparentemente, no tiene nada de casual. Entonces
todo empieza a cambiar de color y se te hace imposible volver. Si encima tenés
una personalidad sumamente analítica… ni te cuento.
A partir de eso, dudamos de todo y de todos. De lo que nos
dijeron y lo que nos dirán. La espera también significó empezar la otra
carrera, el profesorado, porque por suerte esperando me di cuenta que el
traductorado no era para mí. Y para ser profesora ese título no me servía en
acsoluto. El profesorado me hizo ser política y entender mi carrera desde otro
lugar aún más activo de lo que naturalmente era. Y de vuelta leer lengua IV,
sumado a todo lo que me dio el profesorado, que fue esta última vez que la
estudié, fue el “icing of the cake” (la frutilla de la torta). Gracias a rendirla
como no sé cuántos años después tuve que leer una novela que me cambió la
cabeza aún más mientras me convencía de que esta espera tenía cada vez más
sentido. Que todo iba ubicándose en su lugar. Todo iba cobrando un sentido
extraño, casi de película, o novela-como dice mi amiga la psicóloga, que me
gusta la novela.
Tanto me gusta la novela que sin querer me la hice perfecta.
¿Será que mi inconsciente hizo todo esto? No sé qué fue pero esto me hizo
sentir que estoy muy lejos de lo que fui, cada una de las veces que rendí fui
una persona diferente en muchos aspectos físicos y personales. Lengua IV me
hizo cuestionar el sistema y la vida misma que llevamos, me di cuenta que no me
gusta y cuán lejos estoy de querer ser lo que quería ser antes.
Esto me hizo convencer que quiero creer que podemos elegir
todo el tiempo qué queremos hacer y qué no. Me hizo dar cuenta que la felicidad
existe y que no tiene que ser producto de un sistema, sino de una paz mucho más
profunda. Me di cuenta cuán quemada tenemos la cabeza de tantas cosas
negativas. Quiero creer que el dinero no hará que gire mi mundo. Mi mundo
girará en torno a otras cosas, más saludables, que me hacen tanto más feliz.
Llegué a mi tercer década en la vida con un objetivo diferente al que toda la
vida creí que iba a tener. Me dibujo sumamente diferente a lo que me dibujaba y
eso me hace feliz. La dificultad es la duda. La dificultad es no saber si uno
puede ejecutarlo. La dificultad es no animarse. Es no confiar.
Así emprendo este viaje, este “cambio de vida”. A ver si
realmente se puede vivir de otra manera sin esperar.
A ver si realmente había algo que estaba esperando, algo que
era diferente. Y aparentemente sí, estaba esperando este momento. El momento de
cumplir con la red de seguridad, con el pase seguro al sistema. Porque quizás un
poco en el fondo todos tenemos miedo, entonces queremos estar tranquilos,
porque saber que uno puede ingresar al sistema en algún momento pareciera ser
motivo suficiente para tener tranquilidad. Y el título universitario “en mi
época” (como digo ahora que tengo 30) era el ticket preciado y portador de
seguridad.
Entonces ahora sí. Menos mal, ya me había cansado de
esperar. ¿Todos tenemos una “lengua IV”?
La Caleta, allá voy, ¿serás quien hospede literalmente mis
más ansiados sueños y millones de dudas que surgirán en el camino? Seguramente
ahí nacerán otros, porque esa es la idea, vivir soñando y haciendo realidad.
Lengua IV fue por mucho tiempo un sueño para mí que estuve
muy segura muchas veces que nunca iba a poder cumplir. El haber creído de
verdad que esto no iba a llegar creo que fue lo que la hizo ser lo que es hoy.
I’m gonna miss
Language IV. And with it, my 12 university years.
It’s been a pleasure. ;)
Hermoso. Qué especial poder decir "ese día estuve ahí". Y la frase q me mató "¿Todos tenemos una lengua IV?". SIII, qué cierto. Todos tenemos ese obstáculo, ese sueño, ese miedo, esa mochila. Ojalá q aunq no se arregle de la misma manera logre dejar la mía por algún lado.
ResponderEliminarBTW, cuál es la novela q tanto te gustó???
Me encanaron las reflexiones que en realidad podrían reducirse a una profunda.
ResponderEliminarPregunto lo mismo que Flor: qué novela?
*encantaron
ResponderEliminarGracias Chicas! La novela es "The Golden Notebook" de Doris Lesing. Yo no tengo palabras para describir lo genial que a mi me parece desde todos los puntos de vista literarios. Entre esa y Rayuela, pelean mi primer puesto de preferidas. BesoteS!
ResponderEliminarAy si amiga!!! Me voló la cabeza esa novela y no me podría haber llegado en un mejor momento. Es LA novela para leer para una mujer en un momento de cambio, de transición. No veo la hora de leerla de vuelta en otro momento de la vida y encontrarle algo nuevo.
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