La Mente

Me estampé contra la pared y no vi.
Me estampé contra la pared y te vi.
ME olvidé y me perdí.
Me olvidé y me encontré.
Otra vez, de acá hasta allá
Y otra vez volver.
La dualidad mental,
Entender por todos
En todos los planos
En cada vena, en cada arteria
En cada célula, en cada poro
Que somos el yin y somos el yan.
Que todo lo que me dijeron
-nos dijeron-
Es y no es.
Sirvió y se fue,
Vino y mutó,
Nació y se murió.
Ella, la mente
O debería decir
La Mente.
Ella ahí, neurona tras neurona,
Asociación tras asociación
Laburando como loca,
Desprogramando cada una
De esas maneras de llegar,
De esos pensamientos,
Esas creencias,
Esos pensamientos semilla.
Desde el sinfín de la humanidad
Hasta hoy.
Un reflector que se te prende
En el medio del cerebro
Te quiere mostrar cómo
Pensas ahora con el Alma,
Cómo tus semillitas de vos
De tu libertad,
De tu sanación,
Están creciendo, con el tallo débil
Pero firme en la tierra
Transformándose
En tu propia religión
En tu propia verdad
En tu deseo de hoy.
Conscientes, al fin
De la famosa,
Tramposa,
Hermosa,
Intrincada
Dualidad.

Así a veces nos veo,
flotando en este Cosmos infinito.
Venimos, vamos, flotamos.
Podremos algún día soltar el “ir”
El “volver”
El “llegar”
y tan solo ser.
Los cuerpos llenos de agua,
Llenos de luz,
Se abren espacio al Ego,
Que puja y puja por sanar
Él también quiere la paz.

No me dejes en la noche,
Oscura y apagada.
La noche sin ruidos
desbordada de silencio y soledad me permite escucharme
en días de tanto ruido
Palabrerío
Ansiedad.
La noche calma todos mis monstruos
porque pueden salir sin ser vistos,
sin ser juzgados ni desprovistos
de reinado.
Después de todo,
los monstruos por la noche
son los reyes del condado.
Solía creer y reprimirme
Por amar tanto la noche,
por sentir que en ella había nacido
y que en ella siempre había vivido.
Reina del Silencio de los sueños
y de lo prohibido.
Cuando niña presa
del día, de la responsabilidad
del bendito madrugar.

Al fin la noche
Es mi mejor amiga
Al fin la noche
Es parte de mis días.