martes, 15 de diciembre de 2015

Veintiocho Mil Kilómetros de Soledad

"Soledad es la presencia de uno mismo. La soledad es muy positiva. Es una presencia, una presencia desbordante. Estas tan lleno de presencia que puedes llenar todo el Universo con ella, por lo que no hay necesidad de nadie." OSHO

Me quedan pocos días de Soledad permanente. De Soledad como estado continuo, de, entre otros significados de la Soledad, vivir sola. Nunca me imaginé que la vida me iba a dar otra oportunidad de vivir sola. Cuando me fui a convivir creí que sería para siempre, cuando me puse de novia con él, creí que sería para siempre. Mi ego se había conformado con algunas cosas que le parecían maravillosas, pero mi alma recién había terminado de armar la mochila para emprender su nuevo viaje.

City Bell ha sido uno de los lugares más mágicos en los que he vivido. En todo sentido este lugar conserva mística: es una quinta, tiene un parque enorme, pileta, tiene historia de familia. Lo construyó mi abuelo, la familia entera pasó por acá. Creo que nadie vivió tanto como yo acá. Debo haber sido la primer persona, miembro de la familia, que habitó este lugar permanentemente. Primero en pareja, dos años, luego sola otros dos. ¿Habré sido la única valiente que se animó a habitar la raíz y ver qué aparecía? ¿Habrá sido por eso que pude desentrañar los infiernos más profundos que se arraigaban a mis orígenes?

Siempre va a haber algo que me haga volver acá, porque esta es mi raíz, es mi semilla anterior, necesaria para la futura. Hace dos años, abandoné la raíz huyendo de lo que me intentaba mostrar, débil para enfrentarme a lo oscuro, débil para comenzar a transformar. Por eso tuve que volver, porque era un trabajo del cual no me iba a escapar. Volví acá, a desenmarañar, para ahora, sanamente poder volver a despegar.

Mi soledad es lo más preciado que he construido desde que decidí enfrentar con consciencia todos los hechos que me sucedían. Desde el no poder recibirme, desde el separarme desde el cuestionarme todo el tiempo sin respuestas esperanzadoras ¿qué quiero hacer de mi vida? Hasta que entendí  que me estaba haciendo la pregunta incorrecta y por eso nunca encontraba la respuesta. La pregunta era ¿Cómo hago para ser? Y así, conviviendo conmigo dos años fue que fui descubriendo la magia de mi propio mundo.

La Soledad es una gran paradoja. Vivir sola y ser sola es un mundo mágico y raro entre tanto mundo donde pareciera que no estar con otro es un fracaso. Al menos así lo veía antes, al menos así se ve desde algunas perspectivas. Y es cierto, porque en realidad el estar solos no es natural, pero sí necesario. Y a la vez, lo paradójico es que somos parte de un todo inmenso, pero esa inmensidad se encuentra solamente dentro de uno, y ahí uno se da cuenta que nunca esta solo. Y así vamos oscilando como péndulos entre la soledad física que da acceso a la totalidad universal y la soledad universal que da lugar a la física. Quizá la fusión de ambas sea la gran receta alquímica.

Y así me he sentido, nunca sola, siempre acompañada de ese cosmos que camina conmigo, de esa virtualidad que es parte de mí, del lugar histórico y evolutivo en el que mi alma decidió encarnar. La soledad que me hizo ver el propósito de aprender sanamente a usar lo que ya construimos, lo que nos fue dado, antes de que saltemos en la consciencia necesaria.

Una Soledad existencialista, un montón de viajes (alrededor de 30 viajes, ida y vuelta) cuatro horas cada uno a La Caleta donde yo estaba conmigo todo el bendito tiempo. Donde el viajar se hacía literal y metafórico donde todas mis “yo” salían felices a mostrarse. O sea que fueron alrededor de veinticinco mil kilómetros de Soledad. Al viajar en auto, no tenes chance de distraerte, podes cantar, escuchar radio, pero inevitablemente llega el momento de hablar.

En la Soledad también salen las oscuridades, las sombras, los monstruos y fantasmas. Pero como estas sola, no tenes chance, alguna que otra noche o viaje los tenes que combatir y cuando pudiste ver en la oscuridad y entenderla ya no les tenes miedo y le conversas.
Pocos días me quedan de esta soledad, esta que tanto, tanto, tanto amo y disfruto. Una soledad amarrada con un ancla eterna a la libertad de mi interior, a la independencia para completar un círculo que solo es mío. Entonces, paradoja mediante, mi Soledad seguirá siendo eterna en mi espíritu.

Una vez que se ama tanto la Soledad y la Libertad, esa sensación que no se puede poner en palabras porque no es del plano de las palabras, nos abraza una sensación de poder enorme, de saber que ya esta adentro nuestro, ya viaja con nosotros a todos lados, ya es nuestro reino, nuestro hábitat, nuestra raíz, nuestra semilla, nuestra vida y muerte a la vez.