lunes, 14 de septiembre de 2015

A mi abuelo "Abi"

No esta seco el árbol corazón,
Esta juntando fuerzas
para con la primavera
cantar una nueva canción.

Hogar cuna de crecimiento,
hogar cuna de sanación
hogar que mi alma ha elegido
para sanar las heridas de amor.

Quién hubiera dicho,
mi querido abuelo Abi
que tu legado sería tan grande.

No entendí nunca por qué tan chiquita
tuve que perderte
pero hoy puedo sentir
que sabes con qué ganas desearía agradecerte.

Te agradecería las tardes de sol
de risas y de juegos;
Te agradecería tu amor
que nunca me dijo hasta luego.

Te agradecería la hija que tuviste,
la madre que me regalaste,
te agradecería este hogar
sin el cual yo hoy no podría hablarte.

Algo viste en esta luz de parque
que tantas alegrías nos dio,
el regalo más hermoso que pudiste darnos a todos
desde tu hermoso corazón.

Sin darme cuenta,
y sin querer queriendo,
me doy cuenta que tus años, hace poco,
hubieses estado cumpliendo.

Y yo que tantos abrazos hubiese querido darte,
hoy me sentaría tantas cosas a contarte.
Esta casa, el departamento en Mar del Plata,
no te das una idea,
la ayuda que le diste a mi alma.

Sé que lo sabés,
sé que lo estas sintiendo,
porque siempre estas en esa montaña verde
donde siempre te busco cuando no te encuentro.

Y pensar que yo lamentaba
que no me hubieses regalado un piano,
y pensar que lamentaba no haberte podido disfrutar demasiado.

Hace poco me di cuenta por qué sufrí tanto tu partida:
fue la primera despedida que tuve en mi vida.
Las primeras noches en vela,
llorando desconsoladamente,
extrañándote locamente sin poder entender
por qué estaba sufriendo tanto.

Y ahora sé, tantas cosas que antes no entendía,
ahora sé que tu alma sigue junto a la mía.
Que tu nieta disfruta un sinfín de posibilidades
gracias a todo eso que vos construiste con amor a caudales.

Te extraño tanto que recién ahora puedo contarlo,
sufrí tanto que recién ahora puedo recordarlo.

Ocho años apenas tenía cuando trascendiste de esta vida,
Pero siempre viajé con mi alma a tu casita en la montaña perdida.

Donde el cielo es siempre celeste,
donde el sol siempre brilla,
donde siempre estás vos,
con Toro junto a un lago,
Y la abuela de mi amiga Brendita.

Gracias abuelo hermoso, por enseñarme tanto sin quererlo,
gracias por regalarme años en este paraíso Eterno.